La marca X-GIRL y el streetwear femenino 90’s

La marca X-GIRL y el streetwear femenino 90’s

Porque la revolución de la skater girl no la empezó Avril Lavigne
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A día de hoy, en medio de un mercado en el que todos los nichos están cubiertos, es complicado hacer prendas que sean capaces de calar hondo como para que pasen veinte años y digamos que han sido capaces de cambiar nuestras vidas. No solo en el sentido estético sino también en el práctico.

Hace unos veinticinco años, en los noventa, cuando todo se creía ya inventado y se rompía la barrera ochentera a gritos de «grunge», las topmodels habían dejado de existir; se abría paso un nuevo racimo de celebrities que ejercerían de dioses de un ejército urbano marcado por el crack de la banca, la “aparición” del sida y la poca esperanza en el futuro. ¿Su Iglesia? La MTV, una herramienta que hacía que los jóvenes sintonizasen con la moda casi sin querer.

La disconformidad podía respirarse y ni todo el mundo quería ir con los vaqueros rotos, ni todas las chicas querían pedirle las camisas a sus novios para enfrentarse a la ola masiva de la lycra. Ellas querían un cambio y Kim Gordon, bajista de Sonic Youth, apareció con la estilista Diane Von Furth para dárselo.

Ambas crearon X-GIRL, una marca de streetwear que redefiniría a la skater girl permitiéndole mantener su feminidad, una marca pensada como la alternativa femenina a la marca masculina X-Large y que se transformaría en una mina de talentos que ahora recordamos y seguimos considerando personajes de culto… 

Gráficos diseñados por Mike Mills, musas como Chloe Sevigny, filmakers como Phil Morrison, Sofía Copola al mando de la producción de desfiles y la MTV House of Style retransmitiendo la pasarela callejera que tuvo lugar en el ’94 (momentos después y a pocas calles del desfile de Jacobs para Perry Ellis durante la NYFW). Estaba clarísimo: la marca se iba a convertir en el terror de las nenas. 

Ringers (camisetas en la que el color de la prenda es distinto del color del filo del cuello y las mangas), camisetas ajustadas y vestidos esbeltos hacían los placeres de todas aquellas chicas que no se sentían cómodas con el uso de la lycra pero querían marcar curva.

Pese a su corta vida, el fenómeno X-Girl permitiría que algunas marcas (desde Quicksilver y Billabong a Kani y Fubu) dejasen de ser exclusivamente masculinas para ver nacer un lado femenino de la calle que replantearía la universalidad del streetwear en la moda de los noventa. ¡Bravo!

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