El Velódromo, único en su especie

El Velódromo, único en su especie

Aunque con cierta falsa modestia el cartel de la entrada nos indique que entramos en un “bar”, el Velódromo es un lugar que difícilmente admite definiciones. ¿Sería más adecuado llamarle restaurante? ¿Cafetería? ¿Bistrot?

La respuesta se antoja complicada, pero lo que está claro es que se trata de uno de los símbolos de “l’Esquerra de l’Eixample”, un establecimiento mítico donde antes se reunían los intelectuales a charlar o a jugar a las cartas mientras tomaban un vaso de vino, en aquel tiempo de la historia en que no había wifi y los únicos “angry birds” eran las gaviotas del puerto.

Un centro neurálgico del barrio que al cerrar sus puertas a principios de este siglo dejó un poco huérfana a su fiel clientela. La compañía cervecera Moritz adquirió el local en 2009 y le dio una nueva vida apostando por el diseño, pero manteniendo su espíritu bohemio y canalla.

Puso al frente de la cocina al chef Jordi Vilà (responsable del Alkimia) y el Velódromo volvió a las andadas con una oferta gastronómica que más que de una carta precisa de una enciclopedia. Abierto cada día de seis de la mañana a tres de la madrugada y con un servicio de cocina ininterrumpida de 13:00h. a 01:00h., comerse un fricandó a las seis de la tarde ya no es una utopía.

Cocina de mercado en un pedestal, esa es la idea. Algunas joyas de la carta son los canelones, el “cap i pota”, el steak tartar o unos “fideus a la cassola” que resucitan a un muerto. Imprescindibles las tapas clásicas elaboradas con maestría: las bombas de la Barceloneta, la esqueixada en su punto, las majestuosas croquetas de jamón ibérico y los que probablemente son los mejores calamares a la romana de Barcelona, fresquísimos, crujientes y nada aceitosos.

Un interesante apartado es la propuesta de cocktails con “tarifa plana” adaptados a cada franja horaria, como por ejemplo el “Good morning” a base de café o el cervecero Kir Republicano.

Tradición y modernidad, tradición y modernidad… ese es el “mantra” que repite una y otra vez el marketing de Moritz para describir al Velódromo. Pero hay más.

Obsesión por el producto y buen gusto en la puesta en escena. Continente y contenido.

Imágenes de Álex Pámies para TrendsMag.

 

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